sábado, 3 de diciembre de 2011

Autumn Holidays "Segunda Parte"

Berlín




A las 5:00 a.m suena el despertador, pero a quién quiero engañar, si llevo prácticamente toda la noche sin dormir. "No te olvides las chanclas para el albergue, ¿Llevas la toalla? No se si esa falda o esos pantalones..." Salto mortal hacia la ducha, movimientos mecánicos, sonrisas de nervios y nos vamos a la estación de tren, rumbo Aeropuerto de Bruselas. 

"Welcome everybody, to our flight EY4090 Destination Berlin"....Fasten seat belt. Respira hondo. 

Llegamos al albergue, un edificio de ocho plantas con unas 300 habitaciones, decorado como una nave espacial en tonos metalizados y azules, y cuatro dependientes con un uniforme igual que el de Movistar. Cuarto privado con 8 camas, ocupadas por 8 Españolas, distintas ciudades de origen, mismas ganas de estar en ésta: Berlín. 



Comenzar visitando un campo de concentración puede parecer duro, pero Sachsenhausen nos abrió los ojos para todo lo que íbamos a ver después. Nos sirvió para entender mejor, y sobre todo para darnos cuenta de que a pesar de lo que creemos, no hemos perdido la sensibilidad ante el horror, a pesar de todas las imagenes que nos bombardean día a día, de todas las películas que hemos visto, y que nos han parecido solo eso, ficción, la realidad todavía es capaz de ponernos los pelos de punta. 


Después visitamos el museo de Pérgamo y la puerta de Ishtar, un arco de azulejos azules, tan grande como toda la sala de un museo, y tal alto como un edificio, construída en Mesopotamia, para constituir la cuarta puerta de entrada a la ciudad. Y ese nombre, Ishtar...una Diosa, y no una cualquiera. Ishtar era la protectora de las prostitutas y de los amoríos extramaritales, que por cierto no tenían connotación especial en Babilonia, ya que el matrimonio era un contrato solemne que perpetuaba la familia como sostén del estado y como generadora de riquezas, pero en el que no se hablaba de amor o de fidelidad amorosa.



La ciudad no puede compararse con otras capitales Europeas, no es Roma, ni Madrid, ni Londres. En Berlín no son los edificios señoriales lo que te hace levantar la vista, es la historia, viva y penetrante, que hay en las calles. Hace muy poco que se vivió el sufrimiento de la separación de una ciudad, de muchas familias, en dos partes por un muro. En Berlín no se olvida, ni se ignora, hay memoriales para las víctimas, museo de historia, trozos del muro...y todo esto gratuito, para que nadie tenga una excusa para decir que no sabe lo que pasó. Muy inteligentes los alemanes, dando a conocer su pasado para asegurarse de que los errores no se repitan en el futuro. 



De noche nos contagiamos del ambiente de libertad de Berlín, caminando por la calle oímos música y nos colamos en una fiesta en una casa. Tres alemanes, y qué casualidad! una española, estaban dando una fiesta con sus amigos, y cometieron el maravilloso error de dejar la puerta abierta. Nadie sabía de quien era la casa o la razón de la fiesta, pero había personas de todas partes del mundo bailando en lo que en algún momento fue un salón. y ahora era una sala de baile con un DJ y luces fluorescentes. Dos cuartos chill out y una cocina donde vendían botellines a un euro, nos hicieron sentir en una de las mejores fiestas de nuestra vida, encontrada por pura casualidad. 


Tiendas de segunda mano, mercadillos abarrotados, salchichas en la calle....No queríamos volver. Pero Bélgica nos llamaba y el tren al aeropuerto se iba. 

Recordad, si vais a Berlín, no busquéis belleza clásica en la arquitectura o en los edificios, no busquéis casas antiguas y señoriales. Disfrutad de los grafitis, de los edificios derrumbados, de los cafés de luz tenue, de la diversidad de personas, de los colores y por supuesto de la música...

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